Atención al conducir un coche 4×4 en Namibia
Quiero compartir con vosotros mi experiencia al conducir un coche 4×4 en Namibia. Mi primera sensación fue de absoluta seguridad: sentía el coche alto, grande y poderoso, casi invencible. Piensas que puedes conducir a 120 km/h sin problemas, incluso en carreteras de grava donde 100 km/h parecen poca cosa. Afortunadamente, los coches tienen alarmas que te avisan cuando pasas el límite de velocidad.
Pero esa sensación de seguridad es engañosa.
Y fue “el gentleman” quien me hizo entender esto. Me dijo: “Te sientes segura, pero recuerda que este coche es alto, lo que significa que su centro de gravedad también lo es. Un pequeño giro del volante y puedes perder el control”. Tenía razón, así que decidí moderar mi velocidad.
Otra razón para no conducir tan rápido es la abundancia de animales salvajes en Namibia que pueden aparecer de repente. El primer impulso es frenar y esquivarlos, pero eso es lo peor que podrías hacer en un coche 4×4: podrías volcar el coche como en una película de acción.
La carretera sin asfalto o de grava es otro punto a considerar. Si frenas en asfalto a 80 km/h, tu coche se detiene en unos 70 metros, pero en una carretera sin asfalto, puedes necesitar 200 metros o mas.
¿A dónde voy con esto? A tenerlo muy presente al conducir. Ahora viene el cuento.
Salimos de Spitzkoppe temprano en la mañana, rumbo a nuestro siguiente destino, conduciendo tranquilos como parte del plan del día. Al poco rato, vimos dos coches parados y reconocimos a las parejas que también habían estado en Spitzkoppe. Poco después, uno de ellos nos adelantó a toda velocidad. Les dejé sitio para que pasaran, preguntándome por qué se habían separado.
Cinco o siete minutos después, nos olvidamos del primer coche y vemos otro acercándose rápidamente. Me aparto un poco y el coche sigue su camino. En Namibia, cuando te adelanta un coche, tienes que frenar bastante porque te quedas sin visibilidad por el polvo que levanta.
Pasados esos momentos, el polvo se limpió y vi que nos acercábamos a un valle, pero de allí salía mucho polvo. No estaba segura si era porque el coche de delante lo había levantado y se había quedado en el valle. Suerte que mi “gentleman” me dijo que redujera la velocidad porque no sabíamos qué encontraríamos. Gracias a Dios, escuché su consejo y frené un poco. Llegamos al valle y de repente nos quedamos sin visibilidad. No se veía nada. Estábamos dentro del polvo. Frené todo lo que pude y vi que estábamos a punto de chocar con un coche volcado.
Nos llenamos de adrenalina. Yo frenaba con todas mis fuerzas, y además, la dirección de mi coche estaba hacia la cabina del otro coche. ¡Como en una película! Logré detener el coche a dos metros de la cabina del otro. Estaba temblando. El “gentleman” salió disparado hacia el otro coche, primero miró por fuera y luego se subió encima, levantando la puerta que parecía pesar una tonelada. Finalmente, consiguió abrirla y salió una mujer. Al rato, también salió el hombre. Ambos estaban en estado de shock, temblando, pero por suerte, estaban bien.
La historia es que el otro coche salió disparado, y aunque llevaban radio, perdieron la comunicación y estos últimos intentaban alcanzarlos.
Te cuento mas anecdotas de mi viaje aqui!
Conclusion: las prisas no son buenas. ¡Mucho cuidado! Unas vacaciones de ensueño se pueden transformar en una pesadilla en cuestión de segundos. Aprovecha los consejos!